Vinos Argentinos Venta en México

VINOS ARGENTINOS EN MÉXICO

VINOS ARGENTINOS

La viticultura de Argentina se remonta a principios del siglo XVI, cuando llegaron los primeros conquistadores y colonos españoles y consideraron que las cadenas secundarias de los Andes cumplían con las condiciones adecuadas para el cultivo de la vid. Se cree que las cepas viníferas fueron transportadas desde España en 1551, llegaron a Perú al año siguiente y partieron desde Chile hacia Argentina en 1556.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La primera viña, plantada uno o dos años antes por el sacerdote Juan Cidro en Santiago del Estero, data de 1557. Poco después se fundó la ciudad de Mendoza. El cultivo predominante fue siempre una cepa de las misiones, denominada criolla chica. Con ésta y con la cereza, otra clase argentina más resistente, se crearon los pilares de la industria vinícola.

Teniendo en cuenta el clima caluroso y seco del país, los primeros colonos construyeron los embalses y canales de riego, y sentaron con ello las bases de la viticultura moderna. El flujo de inmigrantes europeos en la primera mitad del siglo XVIII fue seguido de una segunda oleada de colonos procedentes sobre todo de Italia, España y Francia. Éstos trajeron consigo cepas de sus países, así como sus propios conocimientos respecto a la elaboración del vino. De este modo, estos colonos que llegaron más tarde colocaron los cimientos de la diversidad de Vinos Argentinos con los que cuenta el país en la actualidad. Al mismo tiempo, el agrónomo francés Miguel Aimé Pouget introdujo en el país las primeras cepas malbec.

VINOS ARGENTINOS CULTURA Y CUIDADOS

El relativo bienestar alcanzado durante el régimen del general Juan Domingo Perón, cuando el consumo de Vinos Argentinos de mesa se convirtió en parte integrante de la cultura, llegó estrepitosamente a su fin a mediados de la década de 1950. Durante los treinta años siguientes, bajo el mandato de una serie de gobiernos militares corruptos, el éxito de la industria vinícola del país disminuyó de modo radical. En 1970, la cantidad de consumo de 90 litros por persona todavía constituía un valor muy elevado, pero se trataba en su mayoría de vino de baja calidad elaborado de las omnipresentes variedades criolla y cereza.

El retroceso alarmante del consumo interno, sumado a un periodo de savia económica que inyectó el nuevo gobierno democrático del presidente Menem, originó grandes transformaciones en la industria vinícola argentina a finales del siglo XX.

Las inversiones vitales en nuevas plantaciones de variedades de calidad y en las bodegas consiguieron enormes éxitos a comienzos del siglo XXI, tanto dentro como fuera del país.

Las diez regiones vinícolas de Argentina se concentran mayoritariamente en la estrecha franja oriental del país, que va desde el valle de Cafayate, a 25° de latitud sur, hasta la Patagonia, a 40° de latitud sur. Se trata de un paisaje único formado por laderas desérticas a una altura que oscila entre 300 y 1.600 m de altitud. Tradicionalmente, la irrigación se ha realizado mediante inteligentes sistemas de canalización del agua que baja de los Andes. Las precipitaciones anuales son escasas, entre 150 y 300 mm, así como la humedad relativa; y el aire es puro, sin contaminación. La luz del sol es intensa y en la mayoría de las regiones la temperatura desciende bruscamente al caer la noche. A pesar de que los veranos suelen ser calurosos, la altitud y la cercanía de los Andes disminuyen las temperaturas en regiones más bien templadas como Cafayate, la parte norte de Mendoza (Luján de Cuyo), el valle de Uco (Tupungato) y Río Negro.

El riego es el elixir de la vida para las viñas argentinas, que están plantadas en suelo arenoso y fangoso, sobre un subsuelo de guijarros, cal y barro. El sistema de riego que se ha utilizado tradicionalmente consiste en distribuir el agua a través de canales por todas las viñas hasta anegarlas. Sin embargo, hoy en día se ha demostrado que este método origina una superproducción, razón por la cual ha sido sustituido por el sistema de goteo, que garantiza a los viticultores un mayor control sobre el crecimiento de la vid.

El riego por inundación del suelo arenoso de Argentina es seguramente el responsable de que se lograra mantener a raya la destructiva filoxera. Ahora se alberga el temor de que el sistema de goteo no sea tan eficaz en este sentido. De ahí que en la mayoría de las viñas donde se ha introducido se hayan plantado cepas procedentes de América del Norte.

VINOS ARGENTINOS COSECHA Y CEPAS

Las viñas argentinas acostumbran a dar muy buenas cosechas debido a los veranos calurosos, a los muchos días de sol y al abundante abastecimiento de agua. En la década de 1970, esta tendencia se vio reforzada por la concentración de las variedades de mayor rendimiento y se sustituyó, además, el tradicional sistema de “esperalda” por el de “parral cuyano”, de mejores resultados.

No obstante, desde que se aprecia un nuevo interés por los Vinos Argentinos de calidad, razón por la cual las antiguas cepas han dado paso cada vez más a variedades de uva nobles, se produjo un cambio en el cultivo de la vid. En la actualidad, los rigurosos controles en la cosecha son el objetivo principal de todo productor que quiera ofrecer calidad. Ésta se consigue mediante una densidad de plantación elevada, el uso de variedades nobles, una poda cuidadosa, riego por goteo en lugar de inundación y, básicamente, a través de un mayor seguimiento del equilibrio entre el fruto y el follaje de las viñas.

Uno de los aspectos más fascinantes de la viticultura argentina es la diversidad de variedades de cepas que se plantan en comparación con otros países americanos. Las clases criolla y cereza, de mayor productividad, continúan siendo las más cultivadas. Sin embargo, su importancia está disminuyendo rápidamente debido a la predilección cada vez mayor de los consumidores por los Vinos Argentinos finos, que favorece las cepas internacionales de calidad. La malbec, oriunda de Cahors, en el suroeste de Francia, donde sólo convence en casos excepcionales, es la variedad tinta más importante de Argentina. Ello se debe, entre otras razones, a que el clima desértico, caluroso y seco del norte argentino favorece mucho más la producción de un vino tinto suave y aromático.

Por desgracia, la mayoría de las antiguas cepas de malbec se arrancaron durante el auge que experimentó el vino blanco en la década de 1970, si bien dicha variedad aún se cultiva en más de 16.000 hectáreas y muestra una tendencia ascendente. La malbec se sitúa por detrás de la bonarda, una cepa del norte de Italia a la que hasta hace poco se consideraba adecuada únicamente para la elaboración de vinos de mezcla destinados al consumo interior del país. Sin embargo, la bonarda es una variedad suave y deliciosa que, al igual que la tempranillo y basta cierto punto la barbera y la sangiovese, posee el potencial adecuado para obtener un vino bueno y a buen precio. Entre las nuevas variedades francesas, la cabernet sauvignon, la syrah y la merlot demuestran tener buenas posibilidades, aunque está por ver si pueden igualar al excelente malbec procedente de viejas viñas.

Los Vinos Argentinos blancos llenos de carácter se obtiene al prensar la uva torrontés, oriunda de Galicia. Existen tres clases: torrontés riojana (de La Rioja), torrontés mendocina (de Mendoza) y rorrontés sanjuanma (de San Juan). Produce un vino blanco seco con un perfume único, parecido a la nuez moscada, y se cultiva especialmente en Salta, provincia del norte del país.

Existen además grandes cantidades de Pedro Ximénez y moscatel de Alejandría. Pero de ningún modo sorprende que sea la chardonnay (la mayoría de las veces no mencionada en la etiqueta) la cepa blanca argentina que mayor impulso ha dado al vino del país para alcanzar fama internacional.

La elaboración tradicional del vino en Argentina estaba orientada a una producción en masa para un mercado interior nada selectivo. Sin embargo, la demanda de otros países ha transformado la vinificación y en la actualidad se producen vinos de muy buena calidad a partir de cepas de procedencia internacional. La fermentación a temperatura controlada en acero inoxidable de los Vinos Argentinos blancos y la de los chardonnay en barricas de roble se ha convertido en una regla de oro para aquellas bodegas que se han fijado la meta de exportar.

En el caso de los Vinos Argentinos tintos, el objetivo es mejorar la extracción a partir de una madurez óptima, dejándolos fermentar en depósitos pequeños, tratando cuidadosamente el sombrero, que suele ser muy rico en taninos, con frecuencia por un periodo de tres o cuatro semanas, haciéndolos madurar luego durante más tiempo en barricas de roble.

    • Fuente: André Dominé “El vino” / Editorial: H. F. ULLMANN
    • Género: N/A / Autor: ANDRE DOMINE
    • ISBN: 9783833146121 / EAN: 9783833146121
    • Idioma: Español / Año: 2008
    • Formatos: No / Número de páginas: 298 / Edición: 1

Comentarios desactivados.